No sé amar, no supe ver a quien me amó, no supe mantener cerca a quien me quiso por encima de mí, de mi inseguridad, de mi afán de rey sol. Luchador de batallas perdidas, de imposibles al alcance de mi mano, persiguiendo sombras, ahuyentando a mis fantasmas, mirando a los ojos a mi pasado, ganando el pulso al tiempo. Café solo por favor, pero en compañía, de los que tienden la mano y no te cogen el brazo. Solitario, y no solo de juego. Móvil en silencio, para que otros griten, desahoguen sus ruidos internos, y mientan, más que hablen. De nombre movimiento, de apellido soñador, positivo y descarado, cariñoso, pero solo en privado. Estudioso de lo que no se dice, pero si se siente, cuantificador de energías. Leal y herido, alma en lágrimas, escudo de esperanza. Fachada de cartón, interior en construcción. Escritor de frustraciones, lector de sentimientos y emociones. Error y acierto; empírico. Autoconcepto en juicio, del que posiblemente salga vencido.
jueves, 19 de noviembre de 2020
sábado, 31 de octubre de 2020
Un nuevo mar.
Un
nuevo mar.
Sentarse a observar la marea, mientras el sol se esconde por el oeste, preservar ese instante en la memoria, como un recuerdo cálido, enternecedor. Prefiero perderte en un mar de dudas, pensando en todo lo que podría haber ocurrido si estuviésemos cerca, si aprendiésemos a sentir más y mejor, sin miedo, sin remordimientos. La marea cada vez es mayor, y las olas de un mundo que amenazan con arrasarlo todo nos empujan a dejarlo surcar solo, a su suerte, con un levante débil dirección hacia la inmensidad. Ahora vuelvo a escuchar aquel oleaje donde disfrutaba del silencio, de ese olor, de tu perfume, que olía a casa, olía a tranquilidad. Después de tantos ponientes, nos dejamos vencer por una leve brisa marina que solo nos pedía paciencia. Ahora solo somos capaces de escudarnos en promesas, en palabras, tan volátiles y efímeras. Donde quedan todos aquellos miradores, refugios de deseo, todas las calas, con atardeceres eternos, vendidos a la misma alma. Siempre seremos las promesas incumplidas, argumentadas con las mejores excusas, o quizás tan solo seamos una marea de verano, un par de atardeceres veraniegos en los que refugiarse. Quizás tan solo seamos dos seres, destinados a desentenderse.